El líder del Brasil campeón mundial en 1970, murió este martes, a los 72 años, en Río.
Así como él sorprendió a la defensa de Italia aquel 21 de junio de 1970, cuando metió un zapatazo para completar una obra de arte que le cedió Pelé, la muerte sorprendió este martes a Carlos Alberto Torres, el capitán de la mejor selección de fútbol de toda la historia, ese equipo de Brasil que es capítulo obligado a la hora de hablar de los Mundiales.
A los 72 años, un infarto se llevó a un jugador que, además, reinventó la posición de lateral que los mismos brasileños habían creado en 1958 y que él se encargó de convertir en un arma más para atacar.
Uno de los más golpeados por la noticia fue Pelé, compañero no solo en la Selección sino también en el Santos y en su aventura por el Cosmos de Nueva York, allá por mediados de los años 70. “Estoy profundamente triste por la muerte de mi amigo y hermano @Capita70. Querido Dios, por favor, cuida de nuestro capitán”, escribió el astro brasileño en su cuenta de Twitter.
Fue el último capitán que levantó el viejo trofeo Jules Rimet, el que por entonces entregaba la Fifa al campeón del mundo. Fue, además, el primero en besarlo, una costumbre que con los años se hizo popular. Ese trofeo iba a quedar para siempre en las vitrinas de la Confederación Brasileña de Fútbol, pues la reglamentación de la época indicaba que el país que ganara tres veces la Copa del Mundo se quedaba definitivamente con él. Unos delincuentes no lo quisieron así: el trofeo fue robado y luego fundido en 1983. Para el siguiente Mundial, en Alemania-74, se estrenó el actual trofeo. No era lo mismo. El fútbol tampoco volvió a ser igual al que los hinchas de la época disfrutaron, incluso viendo perder a su propio equipo.
Aunque fue en Santos, un equipo paulista, donde más brilló, Carlos Alberto era carioca. Nació en Vila da Penha, un barrio de clase media de Río de Janeiro, el 17 de julio de 1944. Y fue allí donde comenzó su carrera, en Fluminense, a los 19 años. Alto para ser lateral (medía 1,80 metros), desde joven, a pesar de jugar como zaguero, mostró un talento innato y un liderazgo que lo llevaba a tomar la voz de mando. No tenía reparo en reprender a quien lo necesitara, así se llamara Pelé.
“Como jugador, creo que una de mis grandes virtudes era saber asumir el papel de líder, aunque tuviera a grandes ídolos como compañeros. Esa personalidad la llevé al banquillo”, declaró Carlos Alberto en una entrevista con el portal fifa.com.
En el tricolor ganó el campeonato Carioca de 1964 y ese mismo año debutó con la Selección, en una goleada 5-1 a Inglaterra. En 1965 se juntó por primera vez en el mítico Santos, que venía de ganar la Copa Libertadores en dos ocasiones.
“Te digo la alineación sin tener ni que pensar: Gilmar; yo, Mauro, Orlando Peçanha y Geraldino; Zito, Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pelé y Pepe. Era algo de otro planeta. Puros jugadores con nivel de Selección y todos en el punto álgido de sus carreras”, dijo Carlos Alberto en la misma entrevista con fifa.com.
A pesar de su brillante nivel, el técnico Vicente Feola no lo llevó al Mundial de 1966. Prefirió jugársela con Djalma Santos, que ya había estado en Suecia-58 y Chile-62, pero que para la época ya tenía 37 años. Inglaterra, el mismo equipo que cayó goleado el día del debut de Carlos Alberto en la Selección, se coronó campeón del mundo, y Brasil, que defendía el título obtenido en 1962, se fue a casa en primera ronda, después de que los rivales molieran a patadas a Pelé.
La revancha le llegó en el Mundial de México, en 1970, con un equipo del que muchos, incluso sin haberlo visto, hablan maravillas. Si él recitaba de memoria la formación de su Santos, muchos cuentan, sin dudarlo, cómo jugaba ese Brasil: Félix; Carlos Alberto, Brito, Piazza y Everaldo; Clodoaldo, Gerson, Tostão; Jairzinho, Pelé y Rivelino.
Era el famoso equipo de los cinco números ‘10’, a los que el técnico Mario Jorge Lobo Zagallo acomodó brillantemente para no desaprovechar a ninguno de ellos. Fue un equipo brillante, aplastante en el campo, que levantó millones de aplausos. Y en él, Zagallo siempre reconoció a Carlos Alberto como su intérprete dentro del campo, el único líder capaz de manejar a jugadores con tanto talento y fuerte personalidad. Por eso, ese último gol de Brasil en México fue un premio para él: después de una serie de toques, Pelé lo vio correr y se la tocó al espacio vacío. Allá llegó, remató y festejó. Y luego levantó la Copa.
Nueva aventura
Fue tanto el cariño que despertó Carlos Alberto que los hinchas de Fluminense, el club donde comenzó a jugar, no le reprocharon haberse puesto la camiseta de dos de sus más grandes rivales en Río: estuvo seis meses en Botafogo, en 1971, y luego, tras otro paso de tres años por el ‘Flu’, jugó en Flamengo, en 1977, antes de emprender una aventura por Estados Unidos.
Llevado, cómo no, por Pelé, Carlos Alberto llegó al Cosmos, aquel equipo que intentó, con todo el dinero a disposición, hacer que el fútbol ganara popularidad en suelo estadounidense. El histórico ‘10’ abrió el camino, pero, a finales de ese año en que llegó su excompañero de Selección, se retiró de las canchas.
No obstante, Carlos Alberto se convirtió en símbolo de un plantel con jugadores brillantes de todo el mundo, como el alemán Franz Beckenbauer, los holandeses Johan Cruyff y Johan Neeskens, el peruano Ramón Mifflin y el italiano Giorgio Chinaglia. Cosmos se convirtió en una escuadra histórica, pero el impulso duró hasta mediados de los años 80, cuando, ya sin figuras, se acabó el equipo. Hoy intenta renacer en la NASL, la segunda liga profesional de Estados Unidos después de la MLS.
“Heidi (su esposa) y yo estamos profundamente conmocionados. Carlos Alberto era como un hermano para mí, uno de mis mejores amigos”, escribió Beckenbauer en su cuenta de Twitter.
A su regreso a Brasil, tras retirarse como futbolista en 1982, Carlos Alberto comenzó su carrera como técnico en Flamengo. No fue tan brillante como la de jugador, pero le alcanzó para ser campeón brasileño con los rojinegros en 1983 y campeón carioca con Fluminense en 1984. Además, ganó la Copa Conmebol con Botafogo, en 1993.
Su último equipo fue la selección de Azerbaiyán, en el 2005. “Fueron dos años que consumieron mucha energía: para alguien que habla tanto como yo, comunicarse a través de un intérprete no es algo fácil”, bromeó al respecto.
“Seguramente, eso sirvió como una manera de hacer que el resto del mundo del fútbol se diera cuenta de que hay actividad en aquel país, y por eso ya me siento orgulloso”, declaró a fifa.com.
También lo picó el bicho de la política. Fue concejal de Río de Janeiro por el Partido Laborista durante cuatro años, de 1989 a 1993, y después, en 2008, se postuló al cargo de vicealcalde de la misma ciudad, como fórmula del candidato Paulo Ramos, pero no salió elegido.
Su buen sentido del humor, su fácil palabra y su conocimiento del fútbol lo llevaron a convertirse en comentarista en el canal Sport TV, donde este fin de semana, sin saberlo, trabajó por última vez. Estaba en su casa, en Barra do Tijuca, junto a su tercera esposa, haciendo un crucigrama, cuando comenzó a sentirse mal.
Fue trasladado al hospital Riomar, a donde ya llegó inconsciente y con un paro cardiaco. Un infarto le quitó la vida, a los 72 años. Poca gente sabía que Carlos Alberto tenía un hermano gemelo. Falleció hace un mes, según el portal globoesporte.
Carlos Alberto Torres reinventó la posición de lateral, fue el pionero de una serie de brillantes jugadores en esa posición, como Junior, Jossimar, Jorginho y Cafú, que, bien sea por la banda derecha o por la izquierda, supieron aprovechar su herencia. Y dejó el legado de un líder, un hombre querido por todos, que hizo parte de la Selección más recordada de toda la historia. Descanse en paz, capitán.
tomado de www.eltiempo.com